Vinalesa es el pueblo de la Mancomunitat del Carraixet geográficamente más desconectado de Valencia, ya que pese a estar a apenas 25 minutos en coche de la gran ciudad y de contar con la línea 16 de la EMT, por su territorio no pasa el metro ni ninguna de las dos grandes vías de comunicación de la comarca, las carreteras de Barcelona y de Moncada. Este hecho, que ha condicionado mucho el desarrollo social, económico y cultural de la población y que podría ser visto como un hándicap, es sin embargo un valor añadido: Vinalesa, a diferencia de lo que sucede con otros municipios con más contacto con la ciudad, ha mantenido a lo largo del tiempo su idiosincrasia, la autenticidad del estilo de vida de un pueblo de la huerta valenciana.
Cerca de 3.500 habitantes viven hoy en Vinalesa, cuyos orígenes, como su propia denominación sugiere, se remontan más de mil años atrás en la línea del tiempo, con la instalación de una alquería musulmana. Esta alquería fue importantísima en el desarrollo y consolidación del ingenioso sistema de drenaje y regadío de las huertas del municipio, un complejo sistema que supuso la optimización de la productividad agrícola en la zona.
La propia huerta, el barranco del Carraixet y la Real Acequia de Moncada son piezas clave del entorno y del paisaje de Vinalesa, aunque posiblemente ninguna de estas piezas tuvo el impacto para el municipio que en el siglo XVIII provocó la construcción de una de las industrias más importantes del territorio: la Fábrica de la Seda. 250 años después, ya sin actividad industrial, las instalaciones de la Fábrica de la Seda siguen siendo el núcleo de la vida en el municipio y uno de sus grandes atractivos turísticos
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Los imprescindibles de Vinalesa
1. La Fábrica de la Seda
Construida alrededor de 1770, la Fábrica de la Seda fue un ejemplo de industria desarrollada a partir de la huerta, ya que su ubicación se debió en gran medida a las moreras que se cultivaban y crecían en los campos de Vinalesa. Gran parte de los vecinos del municipio trabajaba con esmero para criar los gusanos de seda, alimentados a base de hojas frescas de morera y de cuyos capullos extraían un hilo de seda de gran calidad, lo que llevó al ilustrado francés José Lapayesse a establecer en estos dominios la Real Fábrica de la Seda. Desde ese momento, la vida del municipio y de sus habitantes se focalizó en la producción de seda, un proceso que se iniciaba en la huerta con el cultivo de moreras y que continuaba en las instalaciones de la fábrica. En 1854, una epidemia de pebrina acabó con la vida de los gusanos, lo que obligó a la Fábrica a adaptarse a la nueva realidad centrándose en el tejido de yute, utilizado para la confección de sacos de rafia. También a mediados de siglo XIX la familia Trenor, propietaria de la fábrica en aquel momento, instaló las primeras máquinas de vapor y construyó la chimenea de baldosa que está situada en medio de la fábrica y que constituye un elemento arquitectónico muy relevante. Durante todo su tiempo de actividad, y muy especialmente durante las décadas de los años ’50 y ’60 del pasado siglo, la Fabrica de la Seda dio trabajo a muchas mujeres de Vinalesa, lo que favoreció su independencia en un entorno en el que las mujeres seguían dependiendo mayoritariamente de sus familias y de sus maridos. Trabajar en la fábrica era casi un símbolo de rebeldía de las mujeres que no querían trabajar en el campo y que buscaban ser autónomas e independientes de la economía familiar.
Tras el fin de la actividad industrial, el Edificio de la Fábrica de la Seda, testigo de la evolución del municipio y de sus habitantes durante los dos últimos siglos y ejemplo paradigmático de arquitectura industrial, fue reconvertida para que siguiese siendo el centro neurálgico de Vinalesa. No en vano, hoy sus instalaciones son sede del Ayuntamiento, la biblioteca, el gimnasio o la casa de los Jubilados y su plaza central es el lugar de encuentro para todas las festividades.
2. Real Acequia de Moncada
La Real Acequia de Moncada riega con sus aguas la mayor parte de la orilla izquierda del Río Túria, desde Paterna hasta Puçol. Este canal, que destaca por su importancia y por la belleza de sus obras y de su histórico sistema de riego, ha sido desde hace siglos fuente de riqueza en tierras áridas y abrasadas bajo los rayos del sol. Las aguas de la Real Acequia de Moncada bañan también a todos los municipios de la comarca del Carraixet, incluido Vinalesa, donde la acequia ha constituido siempre un elemento fundamental de su paisaje y un lugar para el encuentro y el esparcimiento. No en vano, cuando las lavadoras ni estaban ni se las esperaba, la acequia hacía las veces de lavadero en el que se reunían las mujeres a hacer la colada. Sus aguas, además de para lavar, fueron también el lugar en el que muchos de los vecinos hoy mayores del municipio, entonces jóvenes y con toda una vida por delante, aprendieron a nadar y a mantenerse a flote en el agua.
3. Patrimonio Arquitectónico religioso
Construida en 1779 con fachada barroca de formas clásicas y academicistas, la imponente Iglesia de San Honorato, situada en pleno centro de la localidad, merece una visita por su arquitectura interior y exterior, pero sobre todo por su vinculación con la huerta y los fenómenos meteorológicos. Cuenta la leyenda que San Honorato, patrón de Vinalesa, protegía al municipio de las crecidas del barranco del Carraixet, avisando a los vecinos para que éstos pudiesen proteger sus cosechas. Una mitología similar acompaña a la Ermita de Santa Bárbara, situada en la zona norte del municipio. A diferencia de otras ermitas situadas a las afueras de los términos municipales, la de Santa Bárbara está integrada perfectamente en el entorno urbano. De aire sencillo y fachada modesta, la mitología popular cuenta que fue construida en la primera mitad del siglo XVIII en el lugar en el que los vecinos de Vinalesa guardaban devoción a la santa para que les ayudara poniendo freno a las lluvias de fuerte intensidad acompañadas de granizo, tan propias de la “gota fría”, que destruían las cosechas.
4. Caminos del Carraixet
Vinalesa es un punto de partida ideal para que los amantes del senderismo y el cicloturismo se dejen seducir por la belleza de los Caminos del Carraixet, una serie de sencillas rutas de unos 10 kilómetros en total, bien señalizadas con paneles informativos, que conectan a Vinalesa con otros tres pueblos de la Mancomunitat del Carraixet: Alfara del Patriarca, Foios y Bonrepòs i Mirambell. El barranco del Carraixet y la huerta protagonizan y pintan de verde y del color de los frutos de la temporada el paisaje de estos caminos que son una invitación a pasear por la historia de una huerta milenaria y a alejarse del mundanal ruido para respirar naturaleza.
5. Pasteles de boniato, calderas y otras tradiciones:
Vinalesa es conocido por ser pueblo de músicos y de grandes campeones de pelota valenciana. No en vano, el actual alcalde del pueblo, Francisco Javier Puchol Ruiz, fue un gran jugador de pelota y pertenece a la prolífica saga familiar de “pilotaris” de los Puchol, de la que también forma parte Puchol II, actual campeón de pelota valenciana.
Gastronómicamente, Vinalesa es conocido como “el pueblo de las Calderas”. Con las calderas se hace referencia a un arroz típico que va más allá del tradicional con judías y nabos, ya que al mismo se le añaden muchos más ingredientes, aunque las proporciones de la mezcla de esta laboriosa receta son un secreto bien guardado por los vecinos del municipio. La cocina de las calderas, todo un ritual en Vinalesa, tiene su origen en el siglo XVII con la llamada “olla de los pobres” que se popularizó a mediados del siglo XX. Desde entonces se dice que cualquier visitante que se acerque a Vinalesa en invierno con un plato hondo y pregunte a algún vecino por la caldera, será guiado allá donde le puedan servir un plató de caldera caliente para comer.
La “coca escudellá”, la coca cristina y, sobre todo, los pasteles de boniato son otro de los grandes atractivos para los amantes del dulce. Dicen en Vinalesa que los suyos son los mejores de la comarca. Si no te quieres ir sin degustarlos, te recomendamos visitar los hornos tradicionales del centro del pueblo, como el Forn del Roig y el Forn Orts. Cerca de ellos encontrarás también la frutería Ca Navarro, una de las mejores fruterías de la zona para comprar producto de kilómetro cero recién llegado de la huerta.
Después de conocer todos estos encantos, ¿a qué esperas para perderte por las calles de Vinalesa?